Ser Mujer

Esta semana me han preguntado varias veces qué significa ser mujer, la respuesta no es fácil pero para mi es algo maravillo: ser mujer es tener la capacidad de trasformarnos todos los días; ser la mujer más dulce por la mañana mientras le das un beso a tu hijo; poco después convertirte en una fiera tratando de lograr tu meta de correr esos 10 km que te propusiste; luego poner tu cara de ejecutiva exitosa y soñar con conquistar el mundo y terminar el día sintiéndote sexy mientras te arreglas y te pones ese little black dress para ir cenar con tu pareja. Pero ser mujer también es vivir con miedo de salir de tu casa y no volver; de que tu jefe te acose; de que tu novio te viole; o simplemente, si eres suertuda y nunca tienes una experiencia traumática, ganar 20% menos que tus pares que hacen exactamente el mismo trabajo que tú.

Recuerdo la primera vez que me insultaron, fue hace casi 30 años y hoy todavía me acuerdo. Tenía 11 años, estaba en un campamento y mi “mejor amigo” que seguramente solo quería llamar mi atención me cantaba “Prosti the Snowman” en lugar de “frosty”. Se le hacia muy chistoso y los otros niños se reían. En ese entonces ni siquiera sabía que era una prostituta, pero sí sentía que me estaban humillando. Me siguió cantando bastante tiempo hasta que un día muy enojada le dije que ya me dejara en paz y que por qué me cantaba eso, y su respuesta fue “es que eres mujer y las mujeres son prostitutas”. Él también tenía 11 años, probablemente tampoco entendía lo que decía y la realidad es que no era un mal niño, seguramente había escuchado eso de su hermano mayor o de su primo, o de algún chico en la escuela y se le hacia simpático insultarme. Pero como nos ha pasado a todas las mujeres, esa fue solo la primera de muchas veces que por el solo hecho de ser mujer me han llamado Puta.

Los insultos continuaron y se hicieron parte de la vida diaria. En los últimos años de primaria y en secundaria nuestro uniforme era azul y rojo, y la frase típica de muchos de mis compañero hacia las mujeres era, si te ponías el suéter rojo, “Esa de Rojo, me la …”; y si ibas con el uniforme azul, “Esa de Azul, me chupa el…”. Nos acostumbramos a que ese fuera un lenguaje normal, donde los niños de la generación tenían permiso de hablar mal de las mujeres, opinar de su cuerpo y de su comportamiento. Me acuerdo de una niña que estaba medio gordita y un amigo siempre le decía “Tienes cuerpo de Coca-Cola… pero de Lata”. Como él era popular y ella no, todos nos reíamos y así todos crecimos aceptando que es correcto que exista violencia contra las mujeres humillándolas y acosándolas de forma constante.

Después de eso y a lo largo de mi vida tengo n-mil historias, propias y de amigas muy cercanas, que por vergüenza, por no querer darle importancia o simplemente por olvido las tenemos almacenadas en el inconsciente. Pero hoy soy madre de una niña de 10 años, directora de una empresa y presidente de una asociación. Hoy estoy mucho más consciente de la situación que sufrimos las mujeres y quiero luchar para que haya un cambio y que ser mujer sea un mundo de posibilidades, de sueños, de retos, y no de miedos. Llegó el momento de actuar, de decir basta. El compromiso tiene que ser de todos y de todas nosotras.

Estoy harta de saber que porque a una mujer se le pasen las copas, “sus amigos” crean que tiene derecho a abusar de ella. Estoy harta de escuchar “si se besó o se acostó con un hombre es una puta” mientras que el hombre “es un chingón”. Estoy harta de que ponerte vestido sea sinónimo de que cualquier hombre te pueda sabrosear con la mirada y decirte “piropos”. La semana pasada, saliendo de comer a las 4:00 pm me quedé distraída viendo mi celular y un tipejo me abrazó por atrás y literal me sobó de arriba abajo; era un señor de la calle medio drogado, lo aventé y no paso nada; pero 3 veces escuché “eso te pasa por estar distraída viendo el celular”. No, eso me pasa porque vivimos en un mundo de cerdos donde como sociedad creemos que eso no esta tan mal y que la culpable es la mujer.

 

¿Qué podemos hacer?

Es complicado acabar con esta violencia, entender el machismo y el daño que nos hace a todas las mujeres y a toda la sociedad, pero hice una lista de 5 cosas que todos podemos hacer después del 9 de marzo:

1. Enseñarle a nuestras hijas y a todas las niñas que deben soñar en grande. Quitar la idea de que el sueño máximo de una mujer es el día de su boda con su vestido blanco. Está increíble que quien se quiera casar se case, pero ese día es el inicio de otra etapa de tu vida que ojalá sea espectacular, llena de amor, diversión, sueños y retos, pero es eso, el inicio, no la meta. Y si pasa qué bueno y si no también. Puedes ser una mujer feliz, plena y mega exitosa emocional y laboralmente si estás casada, soltera, arrejuntada, viuda o divorciada. Queremos que las niñas sueñen con ser astronautas, presidentes, científicas, arqueólogas, bomberas y doctoras, no que les enseñemos desde chiquitas que ser mujer es ir al salón de belleza, al súper o a tomar café con las amigas. Todos, hombres y mujeres, tomamos café y todos podemos ir a un SPA a disfrutar un masaje, pero de la misma manera todos y todas podemos manejar una nave espacial y llegar a la Luna.

2. Frenar en seco cuando veas que alguien sufre acoso o violencia, por pequeña que esta sea. Muchas veces es más fácil hacer como que no pasó, no hablar del tema. El típico hombre que en la cena de navidad de la oficina se puso borracho, te dijo que estabas bien sabrosa e intentó abrazarte de más: lo más sencillo sería evitarlo y hacer como que no pasó nada, sobretodo si es tu jefe o tiene un puesto de mayor jerarquía, pero dejemos eso de lado y levantemos la voz. Si escuchamos que alguien está denigrando a alguien de forma violenta, no lo permitamos, alcemos la voz, digámoslo alto. Cuando escuchemos frases como “ese grupo de niñas son las fáciles de la oficina” o “ellas son las putas de 5º grado”, si no lo frenamos somos parte del problema y estamos fomentando la violencia.

3. Frenar a cualquier mujer que hable mal sexualmente de otra mujer: “Ya sabes que Marianita es una zorra y una tal por cual porque se acostó con Miguel”. No, somos humanos libres, dueños de nuestro cuerpo, y nadie es una puta si está ejerciendo libre y sanamente su sexualidad. El problema es cuando hay acoso, cuando hay violencia, cuando no quieres tener sexo y tu tío, tu novio o el padrecito de la Iglesia abusa de ti.

4. No permitamos que una mujer gane menos que un hombre por hacer el mismo trabajo. Exijamos a nuestras empresas, a nuestros clientes, a nuestras familias, salarios iguales para todos.

5. Exijamos a los hombres, niños o grandes, que compartan el trabajo de la casa. Muchas veces he escuchado esta frase “Mi marido es bien buena onda porque me ayuda con los niños, imagínate que hasta cambia pañales”. No es ayuda, los niños son 50% de la mujer y 50% del hombre, la crianza tiene que ser en pareja, con amor e igualdad. No es un favor que el papá lleve a los niños a la escuela, son sus hijos. El tema es que desde que son pequeños a la niña le pedimos que recoja la mesa mientras el niño se va a jugar.

 

Falta mucho camino por recorrer, esto es solo el inicio. Pero tengamos presente que no hay tiempo, que cada día que nos tardamos en cambiar significa que 9 mujeres más son asesinadas en México por el simple hecho de ser mujer.
Todos tenemos la posibilidad de crear una mejor sociedad para ti, para mí, para nuestras hijas, nuestras hermanas y nuestras madres.